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En el Nuevo Testamento los pasajes asociados a la celebración de la pascua se encuentran en los evangelios (Mt. 26:17-19; Mr. 14:12–25; Lc. 22:7–23; y Jn. 13:21–30).

La pascua judía fue celebrada, consumada, y redefinida por nuestro precioso Salvador. Él utilizó la más importante de las fiestas judías, como el punto de partida para la institución de la Cena del Señor y la inauguración del Nuevo Pacto.

Analizaremos solo el texto en Lucas 22:14-20. En él encontramos todos los aspectos esenciales de la pascua y su significado en el Nuevo Pacto.

En este pasaje podemos resaltar los siguientes aspectos:

  • Un profundo anhelo de entrar en comunión: Esto es vital para comprender la cena. Para Dios, es un momento anhelado de comunión con su pueblo elegido; un momento de gozo expectante, sostenido en la certeza de la redención futura.
    El anhelo del Salvador no ignora el padecimiento de la cruz, sino que más bien lo reconoce como el perfecto cumplimiento de la promesa que Dios hizo de otorgar a su pueblo su presencia para siempre y demostrando su amor infinito para con nosotros. Cuando nuestra redención sea consumada, el Reino de Dios será final y completamente establecido. Y en ese gran momento celebraremos la cena en la presencia inmediata de nuestro Salvador.
  • Una ceremonia modificada y un nuevo significado otorgado: Ahora damos gracias, no por el cordero que libró a Israel de Egipto, sino por el Salvador, el cordero de Dios, que entregó su vida con su cuerpo y derramó su sangre en la cruz, otorgando eterna redención a todo aquél que cree; redimiéndonos de la esclavitud del pecado para siempre. De esta manera, la última pascua se convirtió en la primera Santa Cena, el símbolo visible de la inauguración del Nuevo Pacto.Esta cena ya no apuntaría más al pasado, a la liberación de la esclavitud temporal en Egipto, sino al sacrificio de Cristo, el cordero de Dios.
    En la cena, nuestro Salvador está verdaderamente presente y aún nos ofrece su gracia. Solo necesitamos un corazón contrito y humillado.

CONCLUSIÓN:
No temas manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino (Lc 12:32). Acerquémonos pues, confiados ante el trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. (He 4:16).

No dudemos en ningún momento, que Dios estará con nosotros todos los días de nuestra vida. Aunque estemos pasando circunstancias o situaciones difíciles, no se apartara de nosotros, porque Él lo ha prometido.

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EL INCOMPARABLE AMOR DE DIOSLA CERTEZA DE LA REDENCIÓN

Posted by Templo Cristiano de la Asambleas de Dios on Wednesday, April 8, 2020